jueves, 20 de mayo de 2010

El inicio del Blog este...

Pues bien, no sé muy bien como se manejan estas cosa de los blogs ni mucho menos, en fin trataré de ser constante y de escribir cosas buenas.
Por el momento dejaré algo que escribí en abríl, es algo así como un artículo acerca de los esfuerzos de conservación y el uso de los bosques y selvas, sobre todo los de la región Chinantla que es donde tengo un poquito de experiencia.

Gracias por leer.

CONSERVACIÓN COMUNITARIA: SALVAGUARDANDO EL PATRIMONIO NATURAL Y CULTURAL.

La flora de México es una de las más variadas en el planeta debido principalmente a la posición geográfica, la fisiografía, y la variedad de los climas presentes en nuestro territorio, además los factores bióticos y abióticos involucrados resultan relevantes para la distribución florística y faunística en nuestro territorio. Los ecosistemas forestales desempeñan importantes funciones ambientales, ya que representan el sostén de las poblaciones de especies que en ellos se desarrollan y sirven de sustento para muchas comunidades humanas que de ellas obtienen recursos como alimento, materiales de construcción, agua, entre otros; sin embargo, la creciente deforestación que están sufriendo dichas áreas trae como consecuencia una acelerada degradación de la variedad florística con la que cuenta el país. Dicha deforestación está dada principalmente por presiones económicas ya que los desmontes se deben en su mayoría a la tala comercial y al cambio del uso de suelo (apertura de nuevas áreas destinadas al pastoreo y a la siembra), que se realizan con el fin de obtener recursos económicos; desafortunadamente esta situación se da en parte al énfasis de algunos sectores gubernamentales que ponen a disposición de los países industrializados nuestros recursos naturales.

El modelo industrial capitalista es responsable de múltiples problemáticas ambientales que los ecosistemas sufren en la actualidad, ya que en las producciones industriales son necesarias materias primas específicas; como madera, agua, productos vegetales, entre otros; mismos que se extraen del entorno natural, en especial de las zonas forestales que sufren transformaciones directas con el fin de optimizar la producción especializada a gran escala; lo que conduce a una simplificación y degradación de los recursos bióticos y abióticos.

No obstante, en México existen numerosas comunidades que si aprovechan racionalmente los recursos forestales con los que cuentan, lo anterior gracias al financiamiento y asesoría de programas gubernamentales, que impulsan la creación de empresas comunitarias y ejidatarias para la explotación de recursos silvícolas. Estos programas consideran que los bosques son propiedad de los comuneros y ejidatarios, quienes los explotan con permisos emitidos por la SEMARNAT, instancia que marca la normatividad para los trabajos de aprovechamiento. Existen comunidades que por sí mismas hacen los trabajos de extracción, con la dirección técnica de personal técnico; mientras que otras “rentan” sus bosque a grandes compañías madereras durante cierto tiempo para que lo exploten con una correspondiente cuota mensual o anual (Merino, 2004).

Muchas localidades han logrado un desarrollo sustentable a través de dichos programas, con la ayuda de servicios técnicos que les asesoran sobre la mejor forma de explotación, sin embargo, existen otras tantas que no han logrado esto por múltiples factores, que van desde corrupción, hasta dificultades de organización al interior de las mismas. Las ganancias recibidas por las extracciones, son repartidas entre los ejidatarios y comuneros, sin embargo, existen problemas en la estructura de varios núcleos agrarios, pues no todas las familias son parte de los padrones ejidal y comunal; dichos padrones se implementaron después de la Reforma Agraria, en la que se concedieron derechos de tierra a numerosas comunidades, algunos de estos padrones empezaron teniendo solo a unas cuantas personas, no obstante, en la actualidad algunos de ellos ya cuentan con cientos de integrantes. Cabe mencionar que no todos los recursos económicos resultantes de la extracción forestal en estas comunidades son distribuidos en su totalidad entre los ejidatarios y comuneros, parte de las ganancias se utilizan para servicios comunitarios y para la inversión en la compra de maquinaria en caso de que ellos mismos exploten el bosque. A pesar de todo ello existe un buen número de localidades que han logrado un manejo sustentable de sus recursos, con un bajo impacto al bosque (Merino, 2004).

Cabe recalcar en el contexto científico, que la pérdida de las zonas forestales trae consigo un enorme hueco en el conocimiento florístico nacional, además de lo comentado anteriormente acerca de la pérdida de la biodiversidad, ya que en México persiste el problema en la ausencia de un inventario florístico a nivel nacional. Se calcula que el territorio cuenta con cuatro millones de ejemplares colectados, sin embargo, día a día se van haciendo más aportaciones a las floras regionales que se presumía estaban terminadas, ello deriva del insuficiente número y calidad de colectas que se realizan, pues la mayoría de estas se centran en los sitios más accesibles de muestrear y se deja de lado aquellos que representan mayor dificultad.
El detrimento en la flora mexicana acarrea consigo otras consecuencias: la pérdida de una cultura tradicional en las comunidades forestales, pues al no existir bosques, hay una migración de los jóvenes de esas comunidades a las grandes urbes en busca de una mejor condición de vida, dejando atrás todas sus tradiciones y cultura, para adaptarse al nuevo entorno en el que se desenvuelven.

Resultaría demasiado antropocéntrico, creer que solo el ser humano es el culpable de las pérdidas de especies en la Tierra, pues no solo nosotros destruimos los hábitats; existen los llamados patrones de la destrucción (Toledo, 1994), que se refieren, entre otros a los factores naturales que influyen en la destrucción de ecosistemas; tales factores pueden ser tsunamis, terremotos, incendios, inundaciones, plagas, entre otros que provocan la desaparición individual o masiva de las especies.

Sin embargo, hoy en día luego de un tortuoso trayecto dentro de las intrincadas políticas públicas, de innumerables tratados internacionales y de un nuevo esquema de conservación, instancias como la SEMARNAT a través de la CONANP, CONAFOR y PROFEPA, ha logrado hacer una revaloración de los esquemas de conservación comunitaria, cayendo en cuenta que únicamente se logrará hacer una real y perenne conservación de los recursos forestales en conjunto con las comunidades y ejidos, pues ellos son quienes lo han venido haciendo a través de tiempos inmemoriales y son ellos quienes nos pueden mostrar las pautas que permitan un equilibrio entre desarrollo y conservación. Hoy en día el nuevo esquema propuesto por la LEGEEPA que considera a las Áreas Destinadas Voluntariamente para la Conservación como un instrumento legal para la preservación del medio forestal dicta un nuevo paradigma en materia de conservación.

En México, existen muchos esquemas exitosos de conservación comunitaria, un ejemplo de esto es el Comité de Recursos Naturales de la Chinantla Alta (CORENCHI) en Oaxaca, este comité se constituyó en el 2006 como un grupo de comunidades indígenas conscientes de la importancia de sus bosques y ríos, por ello se establecen como Asociación Civil en torno a la conservación de su territorio, estableciendo como premisa el bienestar comunitario, con el interés común por la conservación de los recursos naturales fortalecido por el enfoque cultural que privilegia la cosmovisión de la comunidad indígena, lo que confiere una integralidad a la visión que se tiene sobre la importancia de los recursos naturales. Con base a lo anterior los esfuerzos organizativos del CORENCHI se han orientado a adoptar prácticas amigables con la conservación de los recursos naturales en especial de sus bosques mesófilos de montaña, que representan los mejores relictos de Oaxaca (Rzedowski, 2006). Con lo anteriormente mencionado establecieron sus Ordenamientos Territoriales Comunitarios que les permitieron obtener en el periodo del 2004 al 2011, un monto de más de 30 millones de pesos del programa de Pago por Servicios Ambientales Hidrológicos de la CONAFOR beneficiando a seis comunidades chinantecas. Posteriormente con ahorros comunitarios de estos pagos el CORENCHI, establece un Fondo Ambiental Regional con un capital inicial de 850 mil pesos para capitalizar sus ingresos (MIE, 2010). De manera paralela han promovido y desarrollado otras acciones complementarias como el mejoramiento de los solares rurales, el ecoturismo, la piscicultura y, el establecimiento de 20 mil quinientas veinte hectáreas de bosque mesófilo de montaña destinadas para la conservación; con ello se enfatiza la búsqueda de nuevas estrategias e implementación de modelos alternativos para la producción agropecuaria y forestal, que se encuentren sustentadas en el aprovechamiento de las fortalezas y oportunidades de las comunidades, pero sobre todo en el reconocimiento de la importancia que tiene el bosque para cada una de ellas y el valor intrínseco que representan en el seno de cada localidad. Sin embargo aún falta mucho en este tenor, habrá que sumar esfuerzos entre la sociedad, ONG’s e instituciones gubernamentales ya que los actores involucrados seguimos una misma directriz: el desarrollo sustentable de las comunidades y la permanencia de las especies vegetales construyendo un sistema de conservación y aprovechamiento sustentable que permita valorar la evolución de la cobertura vegetal, continuidad de la fauna existente en las mismas, la recuperación de suelos, así como la calidad, cantidad y disponibilidad de los servicios ambientales.

Por todo lo anterior debemos recapacitar en la importancia de la flora y fauna mexicana, debemos sensibilizarnos socialmente para poder apreciar lo que estamos poniendo en riesgo con las acciones desmedidas que realizamos, además el control, manejo, preservación y restauración debe ser un esfuerzo multinstitucional a nivel nacional e internacional para seguir gozando de una manera responsable de los beneficios que las áreas forestales nos brindan y así debemos reconocer que solo lograremos la permanencia de los bosques y selvas a través del trabajo conjunto y responsable con los dueños de las mismas: los indígenas de México.

Fuentes.
 Merino, L., 2004. Conservación o deterioro. El impacto de las políticas públicas en las instituciones comunitarias y en los usos de los bosques de México. INE. México. 331 p.
 PNUD-CONANP, 2010. Manejo Integrado de Ecosistemas en Tres Ecorregiones Prioritarias, Chinantla, Oaxaca.
 Reyes-Matamoros, J.M., 2002. El futuro de la vegetación de México. Elementos: Ciencia y Cultura, Vol. 9 No. 047. pp. 45-49.
 Rzedowski, J., 2006. Vegetación de México. 1ra Edición digital, CONABIO, México, 504 pp.
 Toledo, V.M. 1994. La diversidad biológica de México. Nuevos retos para la investigación en los noventas. No.34 Abril-Junio 1994.